¿Qué esconde la obsesión por ir “a la moda”?

Fuente: vavel.com
Fuente: vavel.com

Si por algo se recordará al s.XXI, será por ser el milenio dominado por las telecomunicaciones. En este contexto de “red” os remito a la avalancha de “bloggers” de moda, “personal influence model”, “it girls/it boys” y demás acepciones que vienen a describir a una persona que tiene la influencia suficiente sobre los demás, como para condicionarles en su forma de vestir (y en los casos más graves, incluso en su forma de actuar). El síndrome de la alienación ha venido para quedarse, y lo que podría enclavarse comprensiblemente en períodos púberes, ha pasado a colonizar las identidades de nuestras ciudades.

Hace unos días paseaba por la Gran Vía de Madrid. Siempre me ha parecido un lugar profundamente estimulante, donde la diversidad de transeúntes la convertían en un espacio de creatividad e inspiración. Pues bien, en hora punta de trasiego de masas, mis ojos no acertaban a diferenciar unas chicas de otras, todas uniformadas con mismos cabellos, mismos abrigos, mismos carmines, en definitiva, jóvenes hechas clones, alienadas bajo la moda imperante, imperiosa hasta el punto de anular la identidad que no consigue abrirse paso entre tantas recomendaciones, TIPS y demás instrucciones de lo que tiene que ser una chica “cool”. Por supuesto, más de lo mismo para los jóvenes varones, ya que, a pesar de su mayor discreción a la hora de hablar sobre moda, igualmente parecen haber salido de un molde en cadena.

¿Por qué os hablo hoy de esto? Según mi experiencia en consulta, esta obsesión por ir a la moda, esconde una realidad tan grave como desilusionante, en la que todos y todas estamos aportando nuestro granito de arena y para muestra un botón: ¿en qué clase de sociedad nos estamos convirtiendo que no “empujamos” a nuestros jóvenes a ser ellos mismos? ¿en qué clase de medio hemos convertido a la moda, que nos valemos de ella para ser reconocidos y aceptados por los otros?

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Ni que decir tiene, que esta forma de expresión tiene su funcionalidad en aquellos años donde nuestros niños pasan a ser jóvenes, tiempo de confusión y exploración, donde fundirse con el grupo apremia, hasta tal punto que cada uno de sus miembros se identifica más por su pertenencia a él que por el simple hecho de ser.

En estos años, la identidad grupal y la inclusión en la “tribu” confieren al joven la seguridad y certidumbre que necesita para seguir desarrollándose a través de las relaciones interpersonales, pero, ¿y si pasada esta fase evolutiva saludable y necesaria, la persona sigue necesitando cumplir unos estándares, encajar en unos patrones y por supuesto vestir según las dictaduras de sus iconos?

Como ya reflexionaba en otro artículo, en esta época de crisis de casi todo lo auténtico, como la feminidad, masculinidad, pareja, individuo, etc. no ser capaces de venerar la AUTENTICIDAD de una IDENTIDAD PROPIA, EXCLUSIVA e INTRANSFERIBLE, es como poco un craso error, ya que ese traje hecho a medida, cosido con mimo y dedicación por cada un@, para conseguir que nos sintamos libres, sueltos, cómodos, y sobre todo… SIN MÁSCARAS, es una de las grandes garantías que tenemos para poder alcanzar la tan ansiada felicidad, o lo que es lo mismo, la serenidad de ser uno mismo.

Conferir el poder de decir quien somos a los trapos que nos cubren es una traición durísima a la idiosincrasia de cada ser humano, es una falta de respeto a nuestras verdaderas virtudes y valores, a aquello que realmente nos hace únicos y excepcionales.

Cuando la moda ha pasado a mimetizarse contigo de esa forma tan desintegradora, es crucial que puedas:

Primero, darte cuenta de que te encuentras en esta situación. Para ello tienes que analizar unos sencillos detalles: ¿necesitas ir siempre perfect@? ¿no sales de casa sin mirarte compulsivamente al espejo? ¿eres incapaz de ir en chándal a comprar el pan? ¿rastreas durante horas tus webs de moda preferidas e intentas imitar los looks de tus bloggers? ¿comparas tus estilismos con los de otras chicas o chicos que consideras influyentes? Si has ido contestado afirmativamente, ya puedes caer en la cuenta de que la moda para ti ha dejado de ser un juego para convertirse en una religión.

Segundo, una vez has podido percatarte de que este tema va contigo, y estás reflexionando sobre él, me gustaría sugerirte un ejercicio. Para llevarlo a cabo tendrás que estar convencid@ de su utilidad, pero sobre todo que te encuentres preparad@ para despojarte de todo ese aparataje de identidad ficticia que has convertido en tuyo sin mayor deliberación.

Tercero, ve a un lugar tranquilo de tu casa, es necesario que haya un espejo de cuerpo entero, y allí, justo enfrente de él, DESNÚDATE, quítate todos los artificios, déjate sin disfraz, y ahora MÍRATE, es@ que ves, eres tú, genuinamente tú. Se valiente, ya sé que, si nunca te has aceptado con amor e incondicionalidad, ahora mirarte sin trampas no es nada fácil.

Una vez tu mente haya dejado de criticarte, devaluarte, y rechazarte ferozmente, dedícate unos minutos para observarte, para conocerte, para explorarte, para APRECIARTE. Después, fúndete en un abrazo, sí, un auto-abrazo ¿no los consumes? Nunca es tarde para aficionarse a lo bueno, y con el calor de tu abrazo, deja que comiencen a derretirse los miedos a ser tú mismo, pues sólo trascendiéndolos podrás deshacerte de esa piel que por la fuerza de la costumbre has vestido como si fuera la tuya. Vivir en la piel de un@ mism@ no tiene precio, es el mejor look que podrás llevar nunca, ese look que realmente cumplirá el mito de que “combina con todo”.

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Publicado por María Jesús González

Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca y especialista en Psicología Clínica. Experta en Psicofarmacología, Trastornos del Comportamiento Alimentario, etc Pertenezco al Colegio de Psicólogos de Castilla y León, con el número de colegiado CL 01619. Llevo más de veinte años trabajando en diversos hospitales y clínicas privadas de diferentes ciudades del país, lo que me ha otorgado una amplia experiencia como Psicóloga Clínica, la única especialidad reconocida por el Ministerio de Sanidad. En este tiempo me he dedicado a la evaluación y el tratamiento psicológico de pacientes (niños, adolescentes, adultos y ancianos) con patologías muy diversas, como trastornos de ansiedad (agorafobia, fobia social, pánico, trastorno obsesivo compulsivo…), estrés, depresión, esquizofrenia, bulimia, anorexia, obesidad y problemas de peso, trastornos del sueño, alcoholismo, tabaquismo, adicciones, trastornos psicosomáticos, cáncer, dolor crónico, etc.

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